Este árbol fue resultado de una hibridación, por mera causalidad, entre un ciprés verdadero y un "falso ciprés", a finales del siglo XIX.
En últimas décadas se ha puesto de moda por su crecimiento en velocidad récord, por ser muy tupido, y por que no se pela por debajo (a diferencia esto último de la arizónica -otro ciprésido- a la que va sustituyendo en muchos casos).
Es de un color más tierno que el ciprés, y vegeta en todo tipo de exposiciones, incluso las algo sombrías, debiéndose evitar (como con el resto de cipreses) los suelos demasiado húmedos.
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