lunes, 30 de junio de 2008

Anecdota nº 1




No me sucedió a mí, sino a un compañero de despacho, en anterior destino laboral. Tenía que tratar de llegar a un acuerdo con el propietario de un local, ciudadano chino con el típico restaurante de comida china, para que se pudieran efectuar ciertas obras importantes de estructura del edificio, previo cierre temporal del mismo. Mi compañero le citó, y el buen señor se presentó con un traductor poco avezado: su hijo de cuatro o cinco años, que venía comiéndose una palmera de chocolate. Hay que imaginar al niño traduciendo al idioma chino términos tales como "derrama", "forjado", "ipn", "zuncho perimetral", etc. Y lo mejor fue cuando, mientras mi compañero hacía una fotocopia en otra sala, el chaval terminó su palmera y se quedó tranquilamente dormido acurrucado en el sillón...

Por cierto: se llegó a un acuerdo y la obra se ejecutó, sin novedad.

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